Ya comenzaron a aplicarse las multas respecto de esta legislación que tantos “peros” ha presentado por parte de millones de argentinos (y ahora de mendocinos). Es que ya es obligatorio contar en los vehículos con la Revisión Técnica Obligatoria (RTO). No obstante, menos del 40% se presentó para la realización del trámite.
Según números oficiales, en la provincia de Mendoza, de un total de 830.000 vehículos, sólo lo llevaron a cabo unos 300.000, lo que significa que ni siquiera el 40% dijo que sí al cumplimiento con esta normativa tan cuestionada y cuestionable. Entre los planteos de los automovilistas, no está tan el valor del trámite, sino de los talleres y de los repuestos que en muchos casos deben comprarse y que hay casos en que ni siquiera están en el país, pues son importados; otra queja surge de que es muy bajo el porcentaje de accidentes causados por una falla mecánica, lo que hace pensar que el gobierno busca un ingreso extra más que cuidar a los mendocinos; y el “pero” más grande surge de que los vehículos pertenecientes al estado, entre ellos los móviles policiales, difícilmente sean capaces de aprobar una RTO.
Eduardo Toranzo, vicepresidente de la Cámara de Revisión Técnica Obligatoria de Cuyo, señaló que la estadística no acompaña con la expectativa, pues el ritmo de implementación en cualquier provincia del país siempre ha requerido de tiempo. Invitó a la población a cumplir con esta normativa pues han pasado muchos meses de concientización para que el ciudadano tome conciencia de que esto es obligatorio, de que es un trámite más y de que debe circular en un vehículo en condiciones.
Si bien admite que es cierto que gran parte de la población está en una grave situación económica, el funcionario no lo considera una excusa, pues hace mucho tiempo que se viene trabajando al respecto y el país nunca ha estado en condiciones de poder sobrellevar el tema económico, lo cual significa que la seguridad vial no puede alcanzarse cuando el país “mejore económicamente”, pues es demasiado complicado. Para él, las multas son una suerte de “mal necesario”, ya que culturalmente se ha generado el hábito de que las cosas se hacen, porque de lo contrario hay sanciones.
