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Necesitamos diálogo realista y constructivo entre el sector público y el privado




Es evidente que las restricciones, los cepos, los límites, los controles no son las medidas ideales para mejorar nuestra economía y calidad de vida. Ante la dramática coyuntura económica que atravesamos, se imponen decisiones que impactan en el muy corto plazo, pero las dispuestas, evidentemente, ponen un corset en el sistema de precios que se traducirá en inflación contenida y que en el futuro, provocará definitivamente en el nivel de precios y desabastecimiento.



Las empresas afrontan costos crecientes y no están dispuestas a producir a pérdida lo que indirectamente provoca el incremento de la actividad en el circuito informal de la economía. Una postal que se repite cíclicamente en las últimas décadas en el país.

La cuestión de fondo es que, el aumento sostenido del costo de la vida, no es un fenómeno de precios, sino de precios relativos nominados, en una moneda cada vez más débil. No se debe dejar de tener en cuenta, que cada peso circulante está respaldado por una porción de la producción del país. Niveles de emisión como los que se están registrando, sustentados en un déficit público creciente que es financiado con la fabricación artificial de dinero y no con incrementos reales de la recaudación, producto del crecimiento de la economía, no hacen más que poner en circulación recursos monetarios, frente a un nivel de producción agregado diezmado y estancado.

Control de cambios, control de precios, control de importaciones, control del nivel de producción, control de exportaciones, control de horarios, prohibición de despidos e impedimento de girar utilidades son distintas aristas de una misma metodología, cercenar nuestros derechos a desarrollar libremente nuestras actividades y la imposibilidad social de crecer y desarrollarse.

A propósito de la medida de esta semana, el presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), Mario Grinman, dijo que va a haber faltantes en las góndolas como resultado de la resolución que retrotrae el precio de 1.432 productos al 1 de octubre y los congela por 90 días. “Va a haber desabastecimiento, no tengo ninguna duda. Cuando a un fabricante o a un comerciante se le termine el producto fabricado o comprado y la fabricación o adquisición del próximo provoque pérdidas, no lo va a volver a fabricar o adquirir porque no hay manera. ¿Le voy a comprar al proveedor más caro de lo que puedo vender?

Grinman dijo sentir frustración e incredulidad luego de que el secretario de Comercio, Roberto Feletti, fracasará en llegar a un acuerdo con comercios e industria para el congelamiento de precios y decidiera imponerlo a través de una resolución. “Si eso fuera la solución para controlar la inflación, en lugar de ponerlo por 90 días pónganlo por 4, 5 o 10 años. Pero no funciona”, ironizó.

"Hay un montón de componentes que tienen que ver con los productos. El 75% de las importaciones son productos necesarios para la producción nacional. Y todo eso tiene que ver, por un lado, con el comercio administrado que está haciendo el Gobierno y con la disponibilidad de los dólares y a qué dólar, para poder comprar. Ni hablar de los costos internos, impuestos. Ni hablar que en cualquier momento, un sindicato te bloquea la empresa y no te deja trabajar por varios días. O sea, que hay un montón de factores que hacen que los costos argentinos sean altos. Pero claro, para el gobernante siempre es más fácil encontrar un culpable y no reconocer los errores propios. Entonces los empresarios somos los culpables de la inflación en la Argentina que desde hace 70 años tiene un promedio de 60% anual”, dijo el presidente de la CAC.

Con una inflación acumulada en lo que va del 2021 de 37% anual (de 52.5 si la anualizamos) solo obtenemos una permanente fábrica de pobres. Personas que años tras años son expulsadas a la miseria, a una vida de necesidades básicas insatisfechas. En este contexto, los empresarios somos sobrevivientes, ocupados en sortear escollos que constantemente el gobierno de turno pone para impedir la generación de riqueza, empleo y proyección.

Sin un programa económico político no vamos a llegar a ningún lado. Solo arreglar con nuestros acreedores externos no va a mejorar sustancialmente nuestras condiciones externas. Solo con poner platita en los bolsillos de la gente a través de dádivas o subsidios no reparamos el estancamiento, ni la pobreza. Con cepos no solucionaremos el enorme problema de la inflación.

Cuánta destrucción más puede soportar del tejido productivo del país, sin que la ruina alcance a pequeñas y grandes empresas y a centenares de miles de trabajadores. El camino que se ha iniciado, continuará dinamitando puentes que necesitamos transitar en diálogos constructivos entre el sector Público y el Privado.

Daniel Ariosto
Presidente de UCIM




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