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Juan-K Castro: de la música tropical al folclore en el amor por el canto

Juan Castro (30) lleva casi la mitad de su vida sobre diferentes escenarios mostrando la mística que es capaz de transmitir a través del micrófono. 


Un cantante joven que ama todos los géneros de la música y que sueña con llegar lejos. Su destacado rol en la banda de música tropical Kenai, marcó un antes y un después en su carrera. Hoy canta folclore y a pesar de la diferencia entre uno y otro género no abandona ni un centímetro el profesionalismo y el amor por ese micrófono. 

¿Cómo llegaste al mundo de la música?

En realidad tengo una historia grande, de muchos años en esto. Empecé a cantar a los 18 años, (previo a eso cantaba en la escuela y cosas así), pero de manera profesional fue a los 19 porque fue ahí cuando empecé a meterme en shows como solista y a trabajar en mis propios espectáculos.

Cuando era chico iba descubriendo lo que me gustaba y en el 2009 tuve la oportunidad de estar en Telefé y un hombre, Darwin –quien es un gran amigo en la actualidad– me propuso salir a cantar a diferentes lugares, yo acepté y empecé a trabajar de lo que hoy trabajo, que es el canto.

¿Cómo fue cantar en Telefé?
Me presenté a un casting de Talento Argentino en Mendoza, tuve la oportunidad de salir en la segunda edición del programa. Pasé una etapa en la que estaban –entre otros– Catherine Fulop, Maximiliano Guerra… tuve muchos nervios. No fue mi mejor presentación, de hecho, fue la peor (risas). Hoy en día la miro y digo “¿cómo pude hacer eso?” Pero bueno, aparentemente encontraron algo que les gustó y pasé de etapa. Después me llamaron y me dijeron que habían hecho una selección más exhaustiva, más compleja y que había quedado afuera del programa.

En la actualidad considero ese tipo de realitys “una oportunidad para…”: Para salir, para mostrarte. En la mayoría de los casos, las personas que van a los realitys también pierden la continuidad si no trabajan en lo que lograron. Consideré ese momento como una oportunidad para empezar a trabajar y para armar un círculo de trabajo. De esa manera viajé a General Alvear, a Malargüe, estuve en muchas otras partes de Mendoza, fui a San Luis, fui a San Juan, estuve en La Pampa, Neuquén. Armé un círculo de trabajo que hoy aprovecho y que es parte de mi vida. 


A nivel música, ¿tocás instrumentos?
Ese es un objetivo a largo plazo. En realidad, canto. Mi “instrumento” es la voz y mi objetivo es tratar de aprender un instrumento para poder ser autosuficiente a la hora de componer y de trabajar en mis propias producciones.

Igualmente componés letras de canciones, ¿no?
Sí, de hecho tengo canciones registradas en SADAIC. Están listas como para poder manipularlas y ponerlas en práctica con música, y tengo otros escritos que tengo que trabajarlos.

Crear es parte del trabajo artístico, porque hacerlo genera un crecimiento madurativo en el artista. Hay que encontrarte con la gente ideal para que te ayude a crear eso.

¿Cómo fue el paso por bandas de música tropical?
Fue maravilloso. Pasé por tres: En 2007 fue la primera, cantamos en Farándula, se llamaba “Agrupación Juan-K” (risas), Horacio Giménez fue quien me propuso y él le puso el “hermoso nombre” y mandó a hacer las remeras. Ahí me encontré con mi primera experiencia con músicos en vivo y toqué ante mucha gente, para mí era un sueño. Después por diversas cosas, la banda se fue diluyendo y conformamos otra que se llamó “El descarte”, pero ya era más “a pulmón”. Siempre laburé mucho con Maxi Avaca, que hoy está en Kenai y fue quien me hizo la propuesta de esa tercera banda, fue con quien empezamos a gestarla. Con Maxi nos conocemos desde los 6 años, toda la vida. “El descarte” también se fue diluyendo porque en San Rafael pasa que la música no es lo primordial para la vida y muchos lo toman como algo pasajero y así se van diluyendo muchas bandas.

En todo este trayecto, igualmente, yo seguí trabajando como solista en bares, boliches...

Cuando se gesta Kenai dije “estoy en una etapa en la que quiero laburar en serio” y me quedé. Las experiencias que viví 3 años en Kenai fueron maravillosas. Tocamos –entre tantos otros– con Ráfaga, Ángela Leiva, Karina, La Nueva Luna, Los Playeros, con Los Pericos, con el hijo de Leo Mattioli, con Cantilo (que no tenía nada que ver con nosotros). 


¿Te dolió irte?

Me dolió mucho irme, pero era un momento en el que tenía que elegir colapsarme de tiempo o empezar a hacer un parate mental porque si no, me iba a volver loco.
Estoy feliz de ver hoy en día a los chicos de Kenai que hayan ido a Pasión de Sábado, de que estuvieron en el escenario mayor de la movida tropical argentina. Creo que di muchísimo y que ellos también me dieron y me enseñaron muchísimo. De cada experiencia que tengo voy aprendiendo (tanto de los músicos como de la gente) y vas absorbiendo todo eso que te van dando y vos mismo te vas modificando.

Hoy en día, el producto “Juan-k Castro”, el que yo quiero vender, está lleno de todas esas experiencias, de encontrarme en un escenario cantando una canción y sentirla y que me recorra todo.

¿Cómo hiciste para saltar del género tropical al folclore?
Fue difícil. Durante un año frené la música en vivo, seguía cantando como solista porque es parte de mi trabajo, pero fue muy difícil transformar la imagen de un Juan-K Castro cantante de Kenai al cantante de folclore y encontrarme con un público diferente. Con Kenai llegábamos, nos poníamos a tocar, empezaba el ritmo, la gente “se ponía loca” y empezábamos todos a bailar; acá es muy diferente, acá la gente escucha y presta atención a lo que estás haciendo. No digo que con lo tropical no presten atención, sino que es divertido y eso es una energía diferente, acá están más atentos a lo que querés hacer y si no lo sabés expresar con tu cuerpo, con tu voz, te puede ir muy mal. A mí me dio mucho miedo, me costó mucho.

Llegar al 25 de Mayo, cuando hice la presentación en la Villa, tenía mucho miedo. Muchos me decían “te va a ir bien, sobre el escenario vas a estar bien”. Es cierto que yo piso un escenario y me transformo, pero también tengo miedo y los miedos te pueden jugar en contra. No considero que me haya pasado, pero sí me pasó que estaba muy inhibido y me costó separarme de lo tropical (es algo a perfeccionar).

También pude encontrarme con muy buenos músicos que me acompañan y que aceptaron el proyecto, la forma de trabajo y que me aconsejaron y me concretaron la parte musical de una forma increíble. 


¿Quiénes son?
En batería, Gino Panelli; primera guitarra, Luca Pinto; segunda guitarra, Juan Silva; y en el bajo, “Checho” Tobio. Son músicos que trabajan de eso, personas que entendieron mi forma de trabajo y lo que quería hacer.
¿Qué pone Juan-K Castro en la radio, qué escucha?
Todo. Siempre digo que si agarras mi teléfono y ves la lista de Spotify podés encontrarte con Los Nocheros, Mercedes Sosa, o una playlist del Cirque du Soleil, te podés encontrar con temas latinos… Yo considero que toda la música “tiene algo”, hasta empezando a golpear la mesa estás haciendo música porque estás expresándote con el cuerpo y eso es algo que sale de repente.
Hay muchos que dicen que “la música tropical es para negros” y cosas así, y a mí me parece que no es así, que la música tropical es alegre, muy alegre, más allá de que haya una u otra letra que –te guste o no– identifica, a alguien identifica. O el que dice “el metal es ruido de tarro”, y no, el metal es una expresión, una forma de expresarte. El trap que hoy es tan denigrado, pero que escuchan tanto los jóvenes, es algo que los identifica a ellos porque es donde están conviviendo, es lo que existe. Para mí la música siempre va a ser una forma de expresión social, una forma de expresión de sentimientos. Aquel que no entiende un estilo de música, no terminó de comprender qué quiere decir eso, todo tiene un trasfondo.

Yo soy profesor de Psicología y estudiando comprendí eso, entendí muchísimas cosas: Las expresiones sociales no solamente tienen que ser bonitas o de reclamo como lo es “La marcha de la bronca”. Son formas de expresión y considero que forma parte del artista el poder mamar todos esos estilos de música para poder conformarse a sí mismo.

¿Un músico que admires?
Creo que hay muchos músicos que admiro, me conozco todo de Los Nocheros, ellos me hicieron amar el folclore; admiro mucho a Jorge Rojas (un ex nochero que hizo su camino solo y que admiro muchísimo); me encanta Abel Pintos y considero que es un hombre con mucha música en la cabeza, que la expresa muy bien; de la rama del rock o del tango, Baglietto; podría estar todo el día. Tengo esos referentes en la cabeza.

¿Y a nivel local?
Me encuentro con Meli (Melisa Escoriza). La conozco hace muchos años y es una mujer que expresa la música con su cuerpo, con su voz. Tiene una voz increíble y que te atrapa en el escenario; otro que te atrapa en el escenario es Juan Farré, aunque no he tenido mucho trato con él, es una persona que vuela, es fantástico; Sergio Sturfeighen… son artistas que me atraparon, me atrapan. Y hay una persona con la que tengo una química con la que podemos cantar sin ensayar que es Damián Sorroche, es un gran amigo mío, uno de los que apostó a este proyecto, me empujó a concretarlo. Tocamos y “somos uno”. El “Pollo” Jofré es algo “místico”, es mágico charlar con él porque te encontrás con una persona muy sabia. Del lado tropical, Horacio Giménez.

Me he encontrado con mucha gente que me ha brindado mucha música, son gente de mi vida artística que hoy son muy amigos.

Cuando vos mostrás tu humanidad y la gente logra captarla, considero que lograste el objetivo, porque el objetivo es que la gente entienda lo que sentís y lo que sos. Cando lograste eso, estás en el nirvana.


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