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Es la segunda vez que un sanrafaelino logra ingresar a la Cancillería de la Nación




El doctor Pablo Alonso (33), nacido en San Rafael es un abogado recibido en la Universidad Nacional de Cuyo. Tras hacer un máster en Chile y en Alemania, y rendir diversos exámenes logró cumplir el sueño de ingresar a través de su formación (no de manera política) a la Cancillería Nacional, para continuar su carrera. Históricamente, es la segunda vez que un sanrafaelino logra ese cometido.



Desde muy joven Pablo ha disfrutado del Derecho Internacional, motivo por el cual, siendo adolescente, participó del Modelo de Naciones Unidas. A medida que terminaba sus estudios secundarios fue pensando en la idea de estudiar Abogacía, una carrera que terminó de forma ejemplar, siendo ese el primer paso de un largo camino diplomático.

¿Qué has estudiado y a qué has llegado (a nivel diplomático)?

Estudié Derecho, me recibí en 2014 y siempre quise ingresar a la carrera diplomática. Después de hacer un máster en Derecho Internacional (que hice en Chile y en Alemania), llegué a Buenos Aires e ingresé a trabajar en un estudio jurídico grande de Marval O’Farrell & Mairal. Durante los años en el estudio, decidí prepararme para el concurso del Instituto de Servicio Exterior de la Nación para ingresar a la carrera diplomática. Para poder ingresar hay que cumplir con una serie de requisitos. Primero hay que ganar un concurso público que es anónimo, en el que se garantiza la imparcialidad en los exámenes. El concurso público tiene algunas instancias: la primera es un examen psicológico, psicotécnico; una segunda instancia, son ocho exámenes que se rinden en una semana: Historia Argentina, Historia Internacional, Derecho Internacional Público, Derecho Constitucional, Teoría Política, Cultura General y aparte, escribir dos ensayos de Realidad Política y Económica Internacional. Esos exámenes se rinden en una semana y el concurso está abierto para todas las personas que quieran presentarse, siempre y cuando tengan una carrera universitaria de cuatro años de duración como mínimo sin restricción (puede ser abogado, psicólogo, cineasta, lo que sea, no hay ningún tipo de restricción en cuanto a eso). Además, debe rendirse un examen de inglés certificado por alguna entidad como Oxford o Cambridge. Una vez que se sortea esa instancia de exámenes, para poder pasar a la última hay que sacar –como mínimo– un siete de promedio entre todos los exámenes, pero no menos de cuatro en ninguno. Si te sacás menos de cuatro en alguno quedás descalificado, pero si tenés promedio de siete o más, pasás a la última instancia que es la única en donde se pierde el anonimato, porque ahí te pregunta sobre tu currículum un panel de embajadores, de funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, y en ese coloquio pueden preguntarte qué hiciste en el pasado, por qué querés ingresar, etcétera, y cualquier otra pregunta que puede estar relacionada con vos para poder probar tu aptitud diplomática, o sea, si podés sortear algunas preguntas comprometedoras, punzantes o algo así. Ahí se arma un orden de mérito y los ingresantes son la cantidad que haya dispuesto el Poder Ejecutivo Nacional. En 2022 fueron 30 las vacantes que dispuso el Poder Ejecutivo, pero eso es algo que va variando anualmente según el cupo que haya. Yo quedé dentro del orden de mérito que me permite ingresar.




¿Qué sigue?

Son dos años de formación en la Academia Diplomática en el Instituto de Servicio Exterior de la Nación, que es un instituto creado dentro del ámbito de la Cancillería para formar a los diplomáticos argentinos y también para formar a diplomáticos que ya están en la carrera para los ascensos. Son dos años de formación donde uno cursa distintas materias, se asiste a conferencias y eventos que puede haber en el país o en Capital, y se estudian idiomas. Inglés y portugués son obligatorios, y un tercer idioma es opcional. Finalizados los dos años, se jura por la Patria y por la Constitución, y el Poder Ejecutivo te nombra “Miembro del cuerpo permanente activo de la Nación, y el egreso es como secretario de embajada y cónsul de tercera clase, que es el escalafón más bajo de la carrera diplomática, hasta llegar a lo más alto que es el ministro extraordinario plenipotenciario.

Tras esos dos años de formación en Buenos Aires, son dos años más trabajando en alguna de las áreas del Ministerio donde te designen. Hay múltiples áreas: podés estar en la Secretaría de Malvinas, de Cooperación Internacional, de Relaciones Internacionales, de Antártida, de todo, es enorme, y luego de esos dos años sí, empiezan las destinaciones internacionales. Podés ser destinado a alguna embajada o consulado alrededor del mundo, Argentina tiene alrededor de 90. Así es como empieza la carrera que se divide en dos grandes áreas: una es la diplomática y la otra es la consular: la consular, es la que se encarga de prestar asistencia en los consulados que están en el extranjero a los argentinos que están allí, y también promueven la cultura argentina. Por ejemplo, si un argentino pierde un documento, si necesita entregar un poder y está en el extranjero, lo asaltan, tiene una enfermedad o se muere, siempre va a ser el Consulado el nexo que tenga con el país. La diplomática es la parte más política, donde se trabaja más en lo que son los vínculos directos entre los gobiernos, en el momento del comercio entre los países, en los vínculos más económicos o culturales, en la negociación de tratados y demás.




Desde que eras chico te gustaba la diplomacia, por ejemplo con el Modelo de la ONU, ¿no?

Siempre, desde los 13 años que hice los Modelos de Naciones Unidas que los hacía Conciencia (Asociación Conciencia). Lo que pasa es que requiere mucha formación para poder ingresar al Servicio Exterior. Se puede ingresar hasta los 35 años, pero la verdad es que si uno es muy chico es muy difícil porque requiere mucha preparación, tener experiencia, suma mucho hacer un master, entonces a mí me llevó un tiempo poder alcanzarlo ahora con 33 años, ya habiendo terminado la carrera y haber hecho el master y tener experiencia laboral. Pero es algo que siempre quise hacer, soy un convencido de que lo único que puede hacer grande al país, es estar –sobre todo en un mundo globalizado y cada vez más interconectado– vinculado con otras naciones, con otros países, poder fomentar el comercio ya no desde tu país sino en una cuestión más regional, insertarte en cadenas de valor regional, y el área consular obviamente es fundamental porque hay que asistir a los argentinos que están afuera.

No es una carrera fácil porque requiere toda una ingeniería familiar particular, trasladarse de país en país… Si bien hay períodos obligatorios que hay que cumplir en Argentina, después tenés períodos que cumplir en el extranjero, entonces tenés que estar con ganas y convencido de querer hacerlo.




¿Cuántos mendocinos hay actualmente en esto?


Creo que ha habido un récord de mendocinos, porque somos cuatro. Yo soy el único de San Rafael. Antes estuvo Lidio Viñuela, que fue un diplomático de carrera muy conocido, estuvo en India, en Los Ángeles, Estados Unidos y en otro país, no recuerdo bien. No sé si hubo otro diplomático de San Rafael.

Si tuvieras que elegir una nación en la cual prestar servicio, ¿cuál sería?

La verdad es que cuando uno ingresa a esta carrera prestaría servicio en cualquier nación, aunque uno puede tener más o menos afinidad con algunos países. Los países limítrofes o de la región son estratégicamente muy importantes, por lo que pueden significar en la carrera un crecimiento profesional. Los países centrales como Estados Unidos o los organismos internacionales que están en Suiza también son sumamente convocantes, pero hay otras embajadas en el sudeste asiático que también es una zona mucho más exótica para nosotros, pero donde también hay un crecimiento muy grande porque es una cultura totalmente distinta, son países totalmente distintos donde uno tiene que poner mucho más esfuerzo y desplegar muchísimas más aptitudes que las que tendría que desplegar en Chile o en Uruguay, que es casi como estar en casa.

Además, deberías aprender más idiomas.

Sí, eso es fundamental, más allá de que en las embajadas también se contrata personal administrativo del lugar, justamente porque a veces hay que estar apoyado por gente de allí. Hay países que ni siquiera tienen nuestro abecedario.




Es complicado, pero el sueño lo estás cumpliendo.

Sí, el sueño está cumplido. Durante esos dos años uno recibe una beca. Por más que te están formando, se entrega una beca que es el 60% del sueldo de un cónsul de tercera clase, así que eso permite a la gente del interior formarse y poder mudarse a Buenos Aires, ya que es la única posibilidad de hacerlo para ir a cursar y demás.

Son cargos de carrera, no son políticos.

Todos son cargos de carrera, no son cargos políticos. Los exámenes son anónimos, no hay favoritismos políticos y este sistema que se aplicó hace algunas décadas se hizo justamente por eso, para que no existieran favoritismos. Yo soy el claro ejemplo de que existe ese anonimato, porque nunca milité en ningún partido ni estoy en ninguna agrupación de ningún tipo. Sólo estuve trabajando en el ámbito privado. Hay que incentivar a la gente del interior, se hace mucho hincapié en eso, en que haya gente del interior para que no todo se concentre en Buenos Aires, ya que la riqueza argentina está en todo el territorio.

Hay personas que demuestran su éxito solamente dando a conocer el esfuerzo y la voluntad colocada en perseguir un sueño. Pablo Alonso es un ejemplo a seguir.



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