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Diario La Nación entrevistó a un productor sanrafaelino afectado por las heladas: “Se nos va a hacer difícil comprar hasta para comer”

Marcelo Cid es un productor de La Llave Sur, en San Rafael, Mendoza, donde tiene 1,5 hectáreas de ciruela, una hectárea de durazno y 2,5 hectáreas de uva bonarda que fueron afectadas en un 100% por las bajas temperaturas.



“No me queda nada”, dijo Marcelo Cid (62), un productor de La Llave Sur, en San Rafael, Mendoza, donde tiene plantaciones de ciruela, durazno y uva bonarda que cuida de manera minuciosa con su esposa Marisa Gómez (57), pero que producto de las heladas no podrá cosechar nada, ya que la pérdida de la producción es del 100%. Para ellos, indicó a LA NACION, esta es su única fuente de ingresos. Consideró que la medida anunciada por el ministro de Economía, Sergio Massa, sobre un tipo de cambio diferencial, le sirve solo a los grandes productores.

“Sufrimos por la falta de agua para riego. El granizo el año pasado nos golpeó dos veces, pero año tras año lo que hace estragos es la helada”, puntualizó el productor. En 2018, el último año en que sacó una buena cosecha pudo producir 65.000 kilos de ciruela de las 1,5 hectáreas que tiene; después nunca más. “Ahora se nos va a hacer difícil comprar hasta para comer, por ahora no recibimos ningún subsidio, nada. Este año lo veo muy feo. Tendremos que pedir prestado de ahora más para vivir después de devolver lo de los costos, y ver como hacemos para llegar hasta la nueva cosecha allá”, dijo.

Cid explicó que normalmente les pagan el vino en 12 cuotas, pero que aparte de esto se tiene que contemplar un proceso productivo de largo plazo. “Si llego a tener cosecha a fines de 2023, que en realidad la cosecha va a ser de la vendimia de 2024, esa uva recién se va a procesar y liberar en junio de 2024; empezás a cobrar en agosto de 2025, es una locura”, indicó. El vino fino, dijo, lo cobran a $85 el litro, mientras que el resto alrededor de $50 el litro: “Este año se nos va a hacer difícil”.


Cid y su esposa también tienen una hectárea de durazno y 2,5 hectáreas de uva bonarda. El primer brote de la viña, contó, se quemó a principio de octubre producto de la helada que afectó la región. En tanto, a la melesca, que es el nuevo brote que surge cuando el primer brote falla, las heladas de este mes terminaron de afectarla también. “De la viña a veces sacás algo. Esta es la segunda flor, la primera la agarró y la chamuscó, pero el primer brote es el que trae el racimo importante; quemó la primera y la segunda”, explicó.

El productor contabilizó el año pasado tres heladas importantes que afectaron su producción. En tanto, este año ya llevan cinco y una ha sido más fuerte que la otra. “El durazno lo planté hace siete años y coseché 5000 kilos hace cuatro años. Después de la helada, los duraznos [de esa variedad] están en diciembre, entonces, al florecer temprano los carboniza. Las heladas nunca fueron tan frías como hasta ahora”, destacó.

Si bien el gobierno de Mendoza administra a través de la Dirección de Contingencias Climáticas un seguro por el que los productores pagan $4600 por hectárea, la indemnización que reciben, dijo, será de $72.000 por hectárea. “Ahora están terminando de tomar las denuncias, en concreto, nunca lo cobramos antes de abril o mayo del próximo año, para entonces la plata no vale lo mismo”, advirtió.


El dinero que recuperen del seguro, les servirá, relató, para poder devolver lo que tienen que “pedir prestado” de ahora en más para vivir hasta recuperarse. “Después [tenemos que] ver cómo hacemos para llegar hasta la nueva cosecha allá por enero/febrero/marzo de 2024″, expresó.

Por las heladas, Massa ayer anunció un tipo de cambio diferencial y créditos para los productores. “Eso no significa nada para el productor chico o mediano, le sirve a los grandes que tienen guardados 20/ 30 millones de kilos de ciruela, etcétera”, aclaró. Precisó que si el Gobierno quiere hacer algo para ayudarlos tiene que reforzar lo que ya existe. Es decir, agilizar el desembolso de los importes del seguro.

Sobre la ciruela y los otros cultivos, dijo que no cree que pueda sacar algo de producción. “No quedó nada. Venía esquivando las heladas encendiendo fuego controlado [para levantar la temperatura], y así pudimos zafar las tres [heladas] que se habían dado desde septiembre”, resumió el productor.

En otros años los productores también tienen que “enfrentarse a otras situaciones” igual de complejas. Por ejemplo, la sobreproducción que lleva a los productores a “rogar” para que les compren las frutas. “En ese momento pedía por favor que me compraran la ciruela, porque había un montón. Las plantas desbordaban de ciruela, después nunca más tuve cosecha. Ese año andaba yo con mi camioneta y un carrito para entregar continuamente. Yo mismo la descargaba para poder seguir cosechando”, remarcó.

Fuente: La Nación



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