Marcos Nicolás Manzanares tiene 21 años; es oriundo de Goudge, y vive en nuestra Ciudad. Con sólo 8 años incursionó en el mundo de la tecnología y actualmente, crea software, siendo parte del staff del gigante tecnológico de videojuegos Etermax.
Hace muchos años, la familia de Nicolás había instalado un cibercafé, por lo que con sólo 5 años empezó a ingresar al mundo de la computación; tiempo más tarde le tomó gusto al lado de la programación, habiéndolo apasionado la tecnología de manera instantánea. Recuerda que cuando tenía 8 años fue a la habitación de su hermano, quien estaba viendo un curso de lenguaje de programación PHP, lo que le hizo preguntarle qué veía. Su hermano le mostró qué era aquello, por lo que le pidió que le contara más. “Empecé a leer un montón de cosas que él me pasó, y en cuestión de días o semanas estaba prácticamente a su par”, señala y agrega: “Después de eso, empecé a meterle muchísimo a estudiar por mi parte; siempre que tenía tiempo lo invertía en estudiar lenguajes; lo que hacía era ver una página que me interesaba y clonarla, tratar de replicar el funcionamiento para aprender mucho más rápido”.
A los 13 años empezó a trabajar con una empresa de manera free-lance; estaba buscando ofertas y propuestas para aumentar su experiencia y se contactó con una persona de España con la que trabajó varios años a través de una página web. A través de redes con un venezolano de su misma edad y juntos desarrollaron un videojuego desde cero llamado “LocoSoccer”, pero por ser ambos menores y la economía de sus países, no podían pagar el canon necesario para largarlo al mercado a través de la plataforma Steam.
A los 14 años fundó su propio grupo junto a otros programadores, productores de música, modeladores 3D y demás profesionales y aficionados al rubro de diferentes países del mundo.
A los 20 años comenzó a trabajar en una empresa sanrafaelina, y en diciembre del año pasado tomó conocimiento de que el gigante Etermax, iba a abrir una sucursal en Mendoza. Se muestra agradecido porque de alguna manera la pandemia lo benefició, pues le dio la posibilidad de trabajar desde su casa en San Rafael.
