Hay calles con baches. Hay calles rotas. Y después está Los Dos Álamos, una trampa para vehículos, un castigo para las piernas de los peatones y una pesadilla diaria para quienes tienen que ir a trabajar o a la escuela.
Un video que circula por redes sociales muestra —una vez más— el estado calamitoso de esta arteria de San Rafael, donde parece que lo único que no se ha roto aún es la paciencia de los vecinos, aunque ya está bastante rajada. Para transitar por ahí hace falta algo más que un vehículo: se necesita fe, reflejos de acróbata y una dosis importante de resignación.
Mientras tanto, desde el Gobierno provincial hacen oídos sordos. El abandono del gobernador Alfredo Cornejo hacia San Rafael ya no sorprende, pero indigna. Las calles y rutas que dependen de Vialidad Provincial están, en su mayoría, hechas pedazos. Lo que debería ser una red de caminos para el desarrollo se ha convertido en un circuito de obstáculos donde los sanrafaelinos ponen en juego su integridad física cada día.
Niños que van a la escuela, trabajadores que se levantan temprano, mamás que llevan a sus hijos en bicicleta… todos tienen que hacer equilibrio en el lodazal, esquivar pozos que parecen cráteres y rogar que no se rompa nada (ni sus bicicletas, ni sus autos, ni sus rodillas).
¿Y la respuesta del Gobierno? Silencio. O peor: promesas vacías.
Una vez más, San Rafael es la cenicienta del Sur. Pero no la de los cuentos: acá no hay carroza mágica, ni final feliz. Solo calles destruidas, abandono y bronca.
¿Hasta cuándo?
