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Mendoza tira millones a un canal cerrado, mientras la salud, la educación y la seguridad se caen a pedazos

El Gobierno destinó más de $65 millones al canal Acequia, cerrado hace un año. Mientras tanto, hospitales, escuelas y policías siguen en estado crítico.


Más de 65 millones de pesos. Esa es la cifra que el Gobierno de Mendoza acaba de destinar al canal Acequia, una señal pública que no funciona hace más de un año, que no tiene programación, ni trabajadores, ni función social, pero que sigue recibiendo dinero como si estuviera en pleno funcionamiento.

¿Y para qué es esa millonada? Para "cubrir gastos inherentes al fideicomiso" que gestiona lo que queda de la señal. Es decir, para sostener una estructura vacía, una cáscara, una ficción legal, mientras los mendocinos enfrentan todos los días un sistema de salud colapsado, escuelas que se caen a pedazos y policías que arriesgan su vida por sueldos miserables.

Una venta que nunca llegó

En 2023, el Gobierno anunció con bombos y platillos el cierre del canal Acequia. La idea era clara: dejar de gastar en un medio que ya no cumplía su rol y avanzar en su privatización. Se despidió al personal, se cerraron las instalaciones y se apagó la señal. Pero la venta nunca se concretó. Nadie sabe si hubo interesados, si se frenó por desidia o si simplemente no hubo voluntad política de resolverlo.

Lo que sí sabemos es que, pese al cierre, el fideicomiso sigue activo y absorbiendo fondos públicos. Y ahora, un nuevo decreto firmado por el gobernador y sus ministros autoriza el giro de $65.820.000 desde la Tesorería General de la Provincia para cubrir "gastos operativos" de algo que no opera.

¿Esto es prioridad?

Mientras tanto, los hospitales no dan abasto, las escuelas estatales tienen techos rotos, faltan insumos y recursos humanos, y los docentes y policías apenas pueden llegar a fin de mes. En ese contexto, destinar más de 65 millones a un canal apagado es una bofetada a la realidad de miles de mendocinos.

No es un error técnico ni un trámite legal inevitable. Es una decisión política. Es elegir destinar millones a sostener un aparato inerte en vez de invertirlos donde más se necesita. Es preferir el silencio burocrático de un fideicomiso antes que el clamor de las escuelas, los hospitales y las calles inseguras.

Basta de doble discurso

El Gobierno habla de austeridad, de eficiencia, de optimizar el gasto. Pero estos gestos desnudan otra cosa: una falta total de prioridades. Porque no se puede pedir sacrificios a la sociedad mientras se despilfarran recursos en estructuras fantasmas. No se puede hablar de ajuste mientras se financia el vacío.

Si la intención era vender Acequia, háganlo de una vez. Si no hay manera de que la señal tenga futuro, liquídenla y terminen con esta farsa. Pero no sigan gastando dinero público como si nada pasara, porque Mendoza está llena de necesidades reales, urgentes y dolorosas que siguen sin respuesta.

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