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Rita, una alumna ejemplar: Volvió a hacer la primaria a los 84 años y ya se anotó para la secundaria




Es madre de cuatro hijos y abuela de diez nietos. Siempre busca superarse y disfruta completar crucigramas para agilizar la mente. También le encanta escribir historias en un cuaderno que comparte por primera vez con el mundo.  


Rita Iris Neri Suárez vive en Luque, provincia de Córdoba, y en estos días la acompaña su hija, Teresita, con quien pasó las fiestas, y juntas celebraron que cada día está más cerca de cumplir su sueño. Con tenacidad y esfuerzo, rehízo la escuela primaria durante el 2022 y en marzo comenzará la secundaria. En una cálida charla con Infobae, cuenta que siempre le gustó estudiar, pero por diferentes motivos durante su infancia se fue haciendo cada vez más difícil lograr la meta. Optimista, feliz por sus logros y decidida a seguir firme en sus objetivos, abre su corazón sobre otra de sus pasiones, la escritura.




En los años 40′ fue a una escuela rural de Río Primero, donde además de ir a aprender ayudaba con la limpieza del lugar. “Nuestra casa era muy humilde, y vivía con mis padres y mis cuatro hermanos varones”, describe sobre la niñez que vivió, donde a pesar de las adversidades, siempre encontraban una solución creativa. “Cuando era chica teníamos un solo libro que usábamos uno de mis hermanos y yo al mismo tiempo, pero nos arreglábamos; teníamos lapicitos chiquitos y había que hacerlos durar porque no se podía comprar otros”, expresa.

Mientras charla con este medio, su hija busca en uno de los cajones un cuaderno de tapa rosa titulado “Historias de vida”. En esas hojas Rita escribe en su tiempo libre, y allí se encuentra su tesoro más preciado, su legado, su voz, y su inspiración, con textos basados en algunos hechos reales y otros de plena ficción, que vienen a su mente y simplemente se deja llevar. Con fecha y título, registra con su pluma párrafos que reflejan también su alma de escritora. El 19 de diciembre de 2022 dejó asentados su sentir luego de recibirse con honores de la primaria.







“Para mí ‘aprender’ siempre fue una palabra especial: me refiero a saber leer, escribir, y algo más. Es maravilloso. Lo siento en lo personal, y siempre me gustó asistir al colegio. En mi niñez empecé los estudios primarios en una escuela de campo, y aunque borraba con miga de pan, era feliz y me sentía contenta”, comienza el magistral texto. Y continúa: “Pasaron los años, pero la palabra secundario iba quedando atrás por ciertos motivos. Aún no lo olvidaba, y decidí para ayudar a mi mente volver a las aulas, y repetir la primaria, pero ya no en el campo, sino en el colegio Dolores Moyano Díaz, de la localidad Luque, por lo cual terminé, como siempre, muy feliz”.

“Si Dios así lo permite, y no tengo dudas, me inscribiré para el año 2023 para seguir los estudios secundarios. Primero, con mi propia decisión, y segunda, la de mi familia, de mis hijos, y de mi querida seño, Claudia Gaido, excelente maestra y amiga. Con el lema ‘Nunca es tarde’, así podré decir: ‘He logrado el sueño deseado’, culmina el escrito donde volcó sus sentimientos, después de ser considerada ciudadana destacada de Luque, y de que el propio intendente Lucas Valiente fuera a felicitarla en persona por el ejemplo que brindó con su constancia, don de gente, y el deseo de progresar.







Rita no tiene dudas de que “algunas cosas se hacen esperar mucho”, pero asegura que la clave es estar atento para que cuando la ocasión se presente, no desperdiciar la posibilidad. “A veces me preguntaba por qué no me pasó antes, pero soy alguien muy creyente, y creo que son los destinos de cada persona, así que este tenía que ser mi momento”, reflexiona sobre la cantidad de décadas que pasaron hasta que pudo volver a la escuela. “A algunos chicos de ahora no les gusta estudiar, y no saben lo que se pierden, porque tienen todas las oportunidades, y no hay que dejar pasar el momento”, aconseja desde el corazón.

A medida que avanzaban las clases fue testigo de cómo otras compañeras dejaron de asistir, algo que la entristecía, pero estaba decidida a seguir adelante hasta el final. “No me eché para atrás en ningún momento porque además tuve una profe muy buena, y me sentí muy querida”, explica. Cada lunes, martes y miércoles dijo “presente” en el Centro Educativo de Nivel Primario para Adultos (CENPA), y se puso contenta cuando supo que iba a tener por primera vez la materia “computación”, para “actualizarse más”.

Madre de cuatro hijos y abuela de diez nietos, revela con alegría que recibió su certificado el mismo día que una de sus nietas. “Pudo venir uno de mis hijos a ver que me recibí y también algunas amigas, porque yo soy muy amiguera, y me gusta conversar con uno, con otro”, relata sobre el gran día. Y aclara con convicción: “A mí me gusta que la persona sea buena, siempre priorizo eso, porque somos todos iguales, uno con más estudio, otros con menos, pero lo que importa son los valores”. Asegura, además, que ahora se siente con más confianza para empezar el secundario a mediados de marzo, y ya se inscribió en el mismo colegio para comenzar ese desafío.







“También me gusta mucho viajar, me encanta, y tuve la posibilidad de conocer Jujuy, Salta, algunas termas, y una vez fui en crucero y conocí una parte de Brasil”, confiesa con alegría, y vuelve a recalcar la importancia de valorar cuando las oportunidades por fin llegan. “Mi vida fue muy humilde, y ahora tengo una casa chiquita donde tengo mis comodidades, y soy feliz porque tengo lo necesario; para mí irme a un crucero era algo imposible de lograr, y pensaba que era solamente para gente con dinero, pero pude ir pagando en cuotas de a poquito y cuando fui me re gustó”, comenta a pura alegría.

Cuando no está escribiendo, estudiando, o de paseo, disfruta tejer y bordar. “Pongo YouTube y voy siguiendo el paso a paso”, cuenta orgullosa. A su vez, reconoce que tiempo atrás no imaginaba este panorama en su vida, debido a que sufrió una pérdida inconmensurable. “Hace dos años falleció mi marido. Estuvimos 57 años casados, tuvimos tres hijos varones y una hija. Tuve todos por parto natural”, recuerda conmovida. Tras la partida de su compañero de vida, se avecinó un duelo con el que convive hasta la actualidad, pero su familia quien la ayudó a retomar aquellos sueños que siempre mencionaba con ilusión.

“Hablando con mi hija surgió lo de volver a estudiar, y me gustó la idea. Como dicen, la vida continúa, y uno no se debe enfrascar en la tristeza”, sostiene. Su esposo estuvo muy enfermo durante varios años, y por eso si hay algo que cuida como oro es su salud. “Como bien, me hago los estudios clínicos todos los años, y hasta ahora gracias a Dios estoy bastante bien”, asegura. Aunque admite que es “muy coqueta”, asegura que no tiene inconvenientes en revelar su edad cuando le preguntan, y al explicar el motivo vuelve a generar admiración con sus palabras: “A mí me encanta cumplir años, y hay que decirlo, porque sino no nos damos cuenta que estamos acá, que tenemos vida, algo tan valioso como eso”.







“Con mis 84 años nunca pensé que iba empezar el secundario, pero siempre hay que tener un un deseo, una meta, ganas de aprender algo, porque lo que nos sostiene todos los años son los propósitos, y después si se da o no, es otro tema”, proyecta sobre el año escolar que comenzará dentro de dos meses. Le cede la palabra a su hija, Teresita, que describe a su madre como “una mujer con una perseverancia gigante”, y transmite su gratitud por los mensajes que le hicieron llegar varios de sus vecinos, honrados por el ejemplo de superación que representa Rita, e incluso motivados a seguir sus pasos.

“Nosotros le decimos que ella sin darse cuenta le está dando un empuje tremendo a otras personas que piensan: ‘Ya a esta edad para qué voy a seguir estudiando’, y de repente conocen su historia y ven que siempre que hay voluntad hay posibilidad de intentarlo”, asegura Teresita. “A mamá le encanta hacer crucigramas, y la verdad es que eso siempre la ayudó, porque a su edad tiene una lucidez impresionante”, expresa. Cuenta que los próximos días van a aprovechar las vacaciones para ir a conocer parte de Mendoza, y más adelante la llevará a Río Grande en Tierra del Fuego.

“Ya me dijo que si o si quiere estar de vuelta en marzo en Córdoba para presentarse en la escuela, porque ella cuando toma un compromiso se lo toma muy en serio y no le gusta faltar”, sostiene. “Ahora que somos padres, sus hijos valoramos más que nunca todo lo que hizo nosotros, porque no seríamos nada sin todo lo que nos brindaron, todo el sacrificio que hicieron para que no nos falte nada, además del aporte emocional, del amor que siempre hemos tenido”, agrega con emoción. Y asegura que contará con el apoyo de toda la familia para cumplir el anhelo de terminar la secundaria.

“En un futuro cercano nos gustaría juntar todo lo que ella escribe y hacer un pequeño libro, porque lo que escribe de una forma u otra también refleja momentos de su infancia, mezclando realidad con ficción”, manifiesta Teresita. A modo de anticipo, Rita le regala a los lectores una parcela de su obra más personal, resguardada en aquel cuaderno de tapa rosa donde cada palabra está escrita a puño y letra por la autora.

Fragmentos de “Historias de vida”, de Rita Suárez

“Hombre preocupado”

Don Francisco trabajaba en una carpintería. Su patrón le pagaba muy poco, lo cual no alcanzaba para mantener a su familia: su mujer y sus tres hijos pequeños. Un día no se sentía bien, y el motivo era la preocupación, de qué hacer, cómo conseguir más dinero. Marta, su esposa, quería ayudarlo a trabajar en lo que fuese, y sabía coser muy bien. Entonces decidió enseñar costura, a pesar de todo el trabajo de ama de casa. Al comienzo tenía muy poquitos alumnos, pero se fueron sumando cada día más, lo cual fue muy satisfactorio porque lo que ella ganaba sumaba al sueldo de su marido. Entre las alumnas, había una muy coqueta, que asistía a clase con mucho entusiasmo de aprender y se retiraba más temprano que las demás compañeras. Francisco llegaba a casa más tarde lo normal, con la excusa de que había mucho trabajo, pero el sueldo era siempre el mismo. Pasó el tiempo y Marta empezó a dudar, ¿por qué Francisco trabaja más tiempo y siempre por el mismo sueldo? Decidió ir a la carpintería, pidió hablar con el encargado, y muy fastidiosa le reclamó por lo que le pagaba a su marido, que trabajaba más horas y cobraba siempre igual. El dueño se asombró y le explicó que Francisco seguía con el mismo horario. Entonces Marta pensó en la alumna coqueta, que seguro era cómplice de todo esto. No se equivocó: había conquistado su marido. Esto le pasó a Marta, pero sin bajar los brazos, siguió trabajando con mucho amor, al lado de sus hijos, quienes la acompañaron en todo momento.

“Noche de lluvia”

Era una noche de lluvia en una casa de campo. Allí estaba Julieta de vacaciones, donde vivían sus abuelos, y la pasaba muy bien con sus primos. Jugaban todo el día, pero eso sí, eran muy puntuales a la hora de la almuerzo, porque tenía muy presente la frase de la abuela: “A comer y a misa, una sola vez se avisa”. Eso lo respetaba mucho, y después ayudaban en las tareas de la cocina, barrer, secar platos, etcétera. Luego de todo esto, estaban desocupados, y de nuevo salían a jugar. Uno de ellos recordó haber visto pajaritos cuidando a sus polluelos, y dijo: “Vayamos nosotros, traemos a casa los pajaritos, y los alimentamos, así sus papás no tienen que pensar si conseguirle comida o no”. Así fue como se dirigieron al lugar, pero caminaron y no encontraron el lugar donde donde creían haberlos visto. Pasaron las horas, oscureció, y ya no sabían cómo volver a casa. Sus abuelos estaban muy preocupados por la demora de los niños, y porque cada vez empezaba a llover más. Encontraron un gran árbol, con muchas hojas, y allí se refugiaron mientras pasaban largas horas. Casi el amanecer emprendieron la vuelta a casa, sin haber encontrado el nido de los pajaritos. Esa era la primera preocupación, y la segunda, qué decir a sus abuelos, y cómo los recibirían, seguro muy tristes, pero no fue así. Al llegar a casa se encontraron con la mesa preparada para el desayuno, el café con leche calentito que servía la abuela, y un lindo nido con tres hermosos pichoncitos. La lluvia los llevó sin dañarlos a casa de sus nuevos dueños. Tal como Julieta llegó de paseo después una noche de mucha lluvia, así también llegaron los pajaritos. Por eso se dice que las casualidades no están escritas.

“Historia de vida”

Una señora era muy amable con todos, y la llamaban “sonrisa”. Conversaba con toda persona, joven o de edad, y la querían mucho. Un buen día se le ocurrió viajar al pueblo en donde había nacido, o sea, a sus pagos, como dicen los pueblerinos. Allí también la recibieron muy bien, pero a quién le agradó más su llegada fue a su amigo de tiempo, al que no veía hacía años. Emprendieron una nueva relación, ya más de adultos mayores. Y sin mucho pensar, formaron una linda pareja, viviendo muy contentos con mucho cariño de parte de ambos. Así, esta señora tan amable, de un pueblo vaya a saber de dónde, encontró al amor de su vida.

Fuente: Infobae





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