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Malvinas, una causa que aún late en los corazones argentinos





A 40 años de la Gesta Malvinas, el Hospital Notti conmemora y reconoce la valentía de los soldados que combatieron y que actualmente se desempeñan en diferentes servicios de nuestro hospital.


Fernando Chini y Roberto Rojo son hoy profesionales de la salud y recorren los pasillos del Notti llevando adelante la loable tarea de asistir sanitariamente a los niños que aquí acuden. Sin embargo, llevan consigo algo más que un ambo azul que los identifica como personal sanitario. Llevan en su sangre y en sus corazones la firme convicción de haber sido heroicos soldados en la defensa de la Patria, aquel 2 de abril de 1982 en las Islas Malvinas.

En aquel tiempo, cada uno de ellos vivió experiencias diferentes, puesto que ocupaban distintas posiciones y roles, pero compartieron el mismo sentimiento de patriotismo e identidad que se materializó en un juramento: “Defender la Patria y dar la vida por ella”.

Fernando Chini tenía 18 años cuando fue incorporado al combate el 2 de febrero de 1982, pertenecía a la Cuarta Brigada Aerotransportada como paracaidista militar. El 30 de abril juró la Bandera y el 1 de mayo pasó a formar parte de la fuerza de tareas “Rayo” del Regimiento de Infantería Aerotransportado II General Balcarce. “Soy movilizado a Comodoro Rivadavia, ahí permanezco en el Regimiento de Infantería VIII con asiento en Comodoro y empezamos a cubrir posiciones y objetivos, ya había botes de desembarco inglés que se habían visto en las costas. Mi instrucción como paracaidista militar la hice en Córdoba”, recuerda Fernando, quien cumplió funciones en el Teatro de Operaciones Malvinas (TOM).


“El 24 de mayo tuve la suerte de llegar a Malvinas, a las 4 de la mañana, embarcamos en Comodoro Rivadavia y llegamos a Puerto Argentino. La incursión de compañeros que venían detrás fue atacada por Harriers (aviones ingleses). En esos Harriers los ingleses ya habían empezado a ocupar el espacio aéreo, para evitar el ingreso por ese puente. Yo estuve a dos kilómetros y medio de Puerto Argentino, estaba en la antena que comunicaba Puerto Argentino con el continente y tengo la suerte de poder contar mi experiencia. Cuando los ingleses hacen la cabecera de playa en el estrecho de San Carlos y avanzan a tomar Puerto Argentino, se encuentran con un Batallón de Infantería de Marina que los repliega. Para llegar a Malvinas tuvimos que ser aerodesembarcados. Yo era apuntador de una MAG, ametralladora de propósito general belga, calibre 7,62 mm”, cuenta Chini.

Roberto Rojo se incorporó a las filas del Ejército Argentino el 1 de junio de 1981. Cuando empieza a latir el comienzo de la guerra, específicamente el 21 de marzo de 1982, es destinado al Batallón de Apoyo Logístico de Infantería de Marina, ya había sido formado como tirador de MAG.

“Recuerdo que para la instrucción de tiro fui elegido entre 3.000 compañeros, solo 25 fuimos preparados. En nuestro batallón estuvieron todos los infantes que fueron a tomar las islas, los grupos comando vivían en nuestro batallón hasta salir a Malvinas. Trabajábamos de noche, para que el enemigo no pudiera ver nuestros movimientos. Teníamos dos grandes enemigos: Inglaterra, por un lado, y Chile, por el otro. Entonces de noche cargamos los buques, entre ellos el buque San Antonio, el portaaviones ARA Libertad, estaba el submarino Santa Fe, el ARA Almirante Irízar, todos en Puerto Belgrano, transportaban el material de guerra a Malvinas”, relata Roberto, mientras su rostro va denotando miles de expresiones al compás del recuerdo.

Corría la semana del 2 al 8 de abril cuando Roberto y compañía reciben la orden de preparar sus pertrechos para subir a un Boeing 727 (sin asientos) rumbo al sur del país. Roberto recuerda que en aquel momento pensaron que iban hacia Malvinas, pero no, se dirigen hacia Río Grande. Una vez llegados, fueron destinados al Ex Frigorífico CAP. “Ahí estuvimos en el Teatro de Operaciones de Infantería de Marina. Estaban los polvorines, los armamentos, las bombas y los misiles Exocet que llevaban los aviones A4, que no eran muchos, entonces había que cuidarlos muy bien”, relata Roberto.

Los misiles Exocet se llevan un largo capítulo en la historia de Malvinas. Lo cierto es que la adquisición de estos misiles de origen francés y el inagotable ingenio argentino fueron una combinación letal para la armada inglesa, ya que el 4 de mayo de 1982, aviones Super Standart de la Marina Argentina apuntaron con este misil y por consecuencia destruyeron al buque enemigo HMS “Sheffield”. Se trataba del más moderno y tecnológico con el que contaba la Armada Británica y sus aliados, la Organización del Atlántico Norte (OTAN). Interesante capítulo de la histórica gesta que demuestra la habilidad de los aviadores navales argentinos, que marcaron un antes y un después en las tácticas de combate aeronaval en el mundo, según los expertos. Roberto recuerda el relato de sus compañeros cuando vieron salir siete aviones para el ataque del “Invencible”. “El ataque salió desde Río Grande, unos compañeros vieron salir siete aviones y vieron volver dos. Lo derribaron volando al ras del agua”.

Mientras Fernando defendió las islas en lo que se denominó TOM (Teatro de Operaciones Malvinas), Roberto hacía lo mismo defendiendo la logística del combate en el TOAS (Teatro de Operaciones del Atlántico Sur). “Nosotros éramos el grupo de seguridad de los comandantes de Marina. Un día, a las 11 de la mañana, nos dijeron: -“Vienen a desembarcar los ingleses. El grupo de seguridad se queda al cuidado de las instalaciones”. Se iban todos mis compañeros y se metían al campo en camiones y tanques. Quedamos 28 personas cuidando la entrada de Río Grande, la costa y el polvorín. Tres veces tuvimos estas alertas y, en guardia, pasamos más de 48 horas. También custodiamos la frontera argentino-chilena. Salíamos con los fusiles cargados listos al combate”.

Es importante recordar que mientras se desarrollaba el conflicto hubo varios intentos de invasión hacia el continente. La idea del enemigo era atacar Río Grande con ayuda de sus aliados chilenos, ya que aquí se desarrollaba todo el apoyo logístico para sostener el combate en las islas.

Volviendo a la escena de la batalla en el suelo de Malvinas, Chini rememora cómo se protegían en aquel tiempo. “El piso era muy escarpado, cuando hacía pozo de zorro, como se llamaba la posición, yo tenía que hacer un pozo de 1,80 metros que me cubriera. Cuando vos pisabas, la misma humedad se iba transformando en agua, pero eso no fue impedimento para nosotros. No hicimos trinchera sino unos pertrechos con la misma tierra, cortamos pedazos de champas de la zona e íbamos haciendo como quien dice una medianera. Entonces, en vez de pisar, estábamos en posición cuerpo a tierra y de ahí mirábamos. Lo que hacíamos era concentración de fuego sobre lo que se movía en el espacio o lo que viéramos del enemigo. Los FAP (fusil automático pesado) y las MAG tenían un alcance efectivo de 2.500 metros y cada cinta tiene más de 100 municiones y se pueden ir añadiendo cintas”.

Por su parte, Roberto conmemora las largas horas de guardia bajo tensión esperando el ataque del enemigo en el continente: “Recuerdo que estando de guardia había que pasar las horas y yo caminaba y cantaba Cachito Campeón, para hacer más llevadero el trabajo, para que la vida fuera pasando más rápido en ese momento. Había que cuidarse la espalda de los hermanos chilenos”.

Así transcurrían los días. Ambos vivían la guerra desde diferentes lugares, palpitando el mismo temor pero, a la vez, convencidos de estar defendiendo territorio argentino con valor y, sobre todo, honor.

Para Fernando Chini, lo más duro de soportar fue la última semana, cuando los ingleses comenzaron a realizar hostigamiento o lo que se llama ablandamiento de zona. “Bombardearon desde la costa hacia Puerto Argentino, los kelpers les daban información y les decían a la hora que pasaba el carro con la comida. Entonces los cocineros, que eran soldados argentinos, cuando sonaba el alerta dejaban los cucharones con comida en el piso. Eso significaba que te habían llevado la comida pero, por el ataque, se tenían que resguardar. Entonces nosotros teníamos que caminar 300 o 400 metros, juntar la comida del piso y eso comíamos. Íbamos dando vueltas el plato de campaña hasta que se acababa. Recibíamos parte del Fondo Patriótico. Yo recibí tres cigarrillos, una barra de chocolate, un pasamontaña, unas polainas y unos guantes de mitón tejidos de lana gorda. Cosas que guardo y que usaron luego mis hijos y que para mí tienen mucho valor”.

A medida que la charla avanzaba, Chini rememoraba los momentos más dolorosos. “Como parte del Fondo Patriótico, también venían chicles y, cuando no comíamos, masticamos chicle hasta el punto que la mandíbula no te daba más. Entonces yo me sacaba el chicle, lo pegaba en el casco, y me lo volvía a poner. El 14 de julio del 82, cuando termina el conflicto, ese chicle tenía el sabor amargo de la guerra, porque hasta el día de hoy yo creo que hubiera preferido mil veces quedarme en Malvinas y no volver”. Chini fue prisionero de los ingleses 15 días. “Nosotros nos enteramos de la rendición y veíamos cómo muchos compañeros Malvinas adentro no desistieron, pero luego no quedó otra que rendirse. Son órdenes que uno recibe de los superiores. Fue la parte más triste, el caer prisionero, estar ahí fue lo más duro. Cuando caemos prisioneros, nos llevan al establecimiento San Carlos, en el estrecho frente a la isla de Borbón. Nosotros calculamos que eso debe haber sido un frigorífico. Ahí estuvimos 15 días, del 14 al 29 de junio. El “Canberra”, cuando vuelve, atraca en San Julián. Ahí bajamos los que estábamos en esa zona y ahí nos descargaron a nosotros”.

Roberto mantiene una memoria igual de impactante. “Me acuerdo de la rendición, fue el 14 de julio. El día 9 nos avisan que preparemos los pertrechos para salir. No teníamos tiempo de nada, no podíamos comunicarnos con nadie. Nos preparamos y me acuerdo que a las 5 de la mañana estábamos listos a partir, nos venía a buscar el camión para ir al aeropuerto. Llegamos al aeropuerto y cuando íbamos a bajar del camión, nuestro jefe, capitán de Navío Hugo Santillán, nos dijo: ‘ustedes no van a ningún lado, las Islas están perdidas’. Él, cómo jefe, se hizo responsable de nosotros y no nos dejó subir al avión, íbamos a Malvinas. Todos estábamos de buen ánimo, íbamos a defender nuestra patria, todo era nuestro, consideramos que todo dependía de nosotros, estábamos listos para partir, para mí era un honor y para todos”.

Lo que dejó Malvinas

Sin dudas toda guerra duele, en toda guerra se sufre y se tiene miedo. Tanto Chini como Rojo, valientes soldados, pasaron frío, sufrieron hambre, miedo, vivieron momentos límites y desesperantes. Sin embargo, ambos coincidieron en que Malvinas les dejó grandes enseñanzas. Entender en qué consiste el verdadero compañerismo, el saberse respetado y cuidado por el otro y sobre todo aprendieron a valorar cada cosa que les ofrece la vida.

Hace algún tiempo, Roberto tuvo la posibilidad de volver a Río Grande un 2 de abril. “Éramos ocho y cuando iba cruzando el puente de Río Grande en la subida para ir a la CAP, el corazón me iba latiendo descontroladamente. Cuando pasé por donde yo tenía el puesto de la ametralladora, lloré y no me da vergüenza contarlo. Había una piedra, me senté ahí y se me venían a la mente todas las cosas que pasamos en esa época, y lloraba como un niño y mis compañeros también, todos lloramos. Me siento muy orgulloso de todo eso y de mis hermanos también”. Recuerda además un episodio que lo llenó de alegría. “Se nos arrimó un señor, estábamos sentados en un mirador hacia el muelle. Nos ponemos a charlar y él nos contó que se acordaba de nosotros porque vivía en una casa detrás de donde yo tenía el puesto. Él nos veía en los cambios de guardia y se acordaba de nosotros. El reconocimiento que tiene la gente de Río Grande por los veteranos es inmenso. Vas pasando y te tocan bocina. La gente, cuando te ve, se detiene para que les firmes los cuadernos a los chicos, nos recuerdan con mucho afecto”.

Chini, por su parte, recordó el inmenso e incondicional apoyo de su familia al volver. “Yo tenía una familia que me apoyaba. Mis hermanos, mi padre, que más que padre fue un amigo, mi madre, ellos me ayudaron a salir adelante, ellos me sacaron”.

Memoria para resarcir el heroico desempeño de nuestros soldados en Malvinas.

La Gesta Malvinas es aún un recuerdo vivo. Hoy se cumplen 40 años de la gran hazaña que fue llevada adelante por hombres valientes que dieron su vida por defender la patria.

Madres argentinas que concedieron a sus hijos y que acompañaban con una oración de sus labios y su corazón, que pedía para ellos la protección del fuego enemigo. Padres que despidieron a sus hijos con un nudo en la garganta pero que soportaron estoicamente con el mismo valor que soportaron sus hijos el dolor de la guerra. Hermanos, primos, amigos, vecinos. Hoy todos recordamos, agradecemos y honramos a nuestros héroes a quienes volvieron y a quienes se quedaron en suelo malvinero flameando la bandera en una cruz austral.

Por ellos, todos quienes formamos parte del Hospital Notti, equipo directivo y personal, rememoramos, valoramos y exclamamos: ¡GLORIA Y HONOR POR SIEMPRE A NUESTROS HÉROES DE MALVINAS!



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