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Escritor sanrafaelino ganó un concurso provincial

Escritor sanrafaelino ganó un concurso provincial



El sanrafaelino Lucio Ravagnani Navarrete, es un docente de Lengua y Literatura de nivel secundario, que decidió participar hace algunas semanas de un concurso provincial, una “maratón de escritura” organizada por “Zona de promesas”, grupo de escritores y escritoras de General Alvear.



En diálogo con La Ventana San Rafael, Lucio explicó que “Zona de promesas”, es un grupo literario alvearense, que “tuvieron la propuesta de publicar un libro digital con escritos de gente de allá, que este año lanzó el certamen literario de nivel provincial para todos aquellos que quisieran inscribirse”. Participaron escritores de toda Mendoza, de 18 años en adelante (sin límite de edad), que debían redactar en género libre, basándose en videos que les enviaban con consignas. “A lo mejor un día había una consigna sobre la ‘idea de la cosecha’, y de ahí cada uno y cada una optaba por cómo quería encarar esa consigna amplia en sus escritos, sin un género determinado”, recordó y agregó que en función de eso, podía ser un cuento, una reflexión, un poema o cualquier texto narrativo. La obra tenía que tener un mínimo de 2 mil y un máximo de 4 mil caracteres.

En el caso puntual de este joven, de los textos seleccionados para el final del certamen, dos fueron suyos, siendo el ganador el que tituló “Códigos de barrio” (que se encuentra publicado en su blog y que con su autorización, acompaña el final de esta nota periodística).




En lo personal, Lucio tiene 28 años y escribe desde muy pequeño, aunque lo hace de manera más habitual y cumpliendo ciertos parámetros, desde mediados del 2020 cuando comenzó a publicar relatos de manera semanal en el diario digital Pirámide Informativa. Cuenta con el acompañamiento de su pareja, familiares y amigos. “El sueño de mi vida siempre fue ser escritor, y esto que parece un paso pequeño porque es un concurso provincial en comparación con el mundo, es un paso hacia ese sueño, así que para mí es un logro enorme”, destacó. Entre sus referentes famosos, en el género de terror están Edgar Allan Poe, Stephen King y Howard Lovecraft; mientras que en poesía, valora mucho las obras de Antonio Machado y la de Gustavo Adolfo Bécquer.

La obra ganadora

Códigos de barrio

Aquella mañana, el barrio amaneció distinto. El sol se asomó a la misma hora de siempre y los pájaros comenzaron su canción como de costumbre. Las hojas, apenas empujadas por una brisa de primavera, cayeron en las acequias y en las casas empezaban a encenderse las hornallas que calentarían el agua para el mate. Todo parecía igual de rutinario que siempre, pero en el aire se percibía algo diferente.

Doña Paula sacó la pava del fuego, se cebó un amargo y corrió la cortina de la ventana de la cocina para mirar mejor. “Hoy está raro el día”, se dijo a sí misma mientras se cebaba el segundo. Roberto, el hijo mayor, se levantó algunos minutos más tarde y vio a su madre todavía mirando por la ventana.

-¿Qué pasa, vieja? –le dijo mientras armaba un mate aparte con azúcar. -¿Otra vez se soltaron los perros de los Hernández? -La madre, sin quitar la vista de la ventana, le respondió bajito.

-No, no es eso. Pasa que hoy hay algo raro. –Tomó otro amargo y continuó. –No te sabría decir bien qué. –El muchacho, acostumbrado a las particulares actitudes de su madre, le restó importancia y agarró la pava para comenzar su propio desayuno.

Cerca de las ocho, Marito López salió a la esquina para barrer la vereda del almacén. Al poco rato, se quedó parado con el palo de la escoba entre las manos y miró hacia el corazón del barrio. Hoy pasaba algo raro. De tanto en tanto llegaba el olorcito a tostadas que alguien hacía puertas adentro y el sonido de una radio sintonizando la emisora local.

Al mediodía, llegaron los camiones. “Cuesta Azul Construcciones” se leía en los costados de los vehículos, cuyo avance parecía cargado de malos augurios. Los vecinos vieron pasar la caravana con desconfianza y temor. La siguieron con los ojos entrecerrados por el polvo y la sospecha, hasta que se detuvo frente a la casa de la Gualagüa. A partir de ahí supieron que habría problemas.

La Gualagüa era la bruja del barrio, eso lo sabían todos. Ya vivía ahí cuando comenzaron a trazarse los primeros caminos, pero su casa fue la última en recibir los servicios de gas y cloacas. A simple vista, parecía una viejecita enclenque y encorvada que arrastraba a todos lados una vieja bolsa de arpillera. Sin embargo, quienes vivían en el barrio sabían que esa mujer era digna de respeto y que nadie debía meterse con ella. Era un código tácito. Para cuando los camiones frenaron frente a su casa y bajó un hombre de traje, toda la cuadra había salido a pispiar. El hombre se acercó a la puerta y llamó tres veces con golpes rápidos.

-¡Váyanse antes de que salga y todos se arrepientan! –dijo una voz desde el interior de la casa.

-Señora, ya tenemos los permisos municipales y los títulos de propiedad. La casa se va a demoler y en su lugar se va a levantar un edificio de departamentos, le guste a usted o no. –El hombre de traje apenas levantaba la voz. –Vamos, no nos haga el trabajo más difícil.

-Ya les dije que no. Ahora ¡váyanse!

El hombre de traje hizo un gesto con la mano y de otro camión bajaron tres hombres vestidos en overoles azules. Antes de que llegaran a la casa, la puerta se abrió. Parada bajo el marco, la vieja Gualagüa comenzó a mover los brazos en el aire y a susurrar algo. Cinco segundos después, regresó a su casa y trabó la puerta. Apenas estaban los hombres de azul por retomar la marcha, cuando en pleno mediodía de primavera retumbó un trueno. El cielo, unos instantes atrás de un celeste profundo, ahora estaba colmado de nubes grises y blancas. Sin preámbulo, comenzó a caer sobre el barrio una fuerte tormenta de granizo. Los hombres volvieron a sus camiones y el de traje gritó que mañana regresarían. La gran caravana se alejó a toda velocidad.

Al día siguiente todo estuvo tranquilo. Tampoco pasó nada al siguiente. Al tercer día, la portada del diario local anunciaba un titular en enormes letras negras.

TRAGEDIA EN CUESTA AZUL. DIEZ OBREROS Y UN INGENIERO MUERTOS EN FATAL ACCIDENTE.





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