Si bien cualquier pandemia requiere todo tipo de cuidados y el presidente de la Nación ha tomado recaudos para que nuestro país tenga un número minúsculo de contagios comparándolo con otras partes del mundo, la realidad marca que el Coronavirus está causando problemas sanitarios en Buenos Aires y psicológicos en toda la nación.
Haciendo un mea culpa, aceptamos que los medios de comunicación somos responsables –en parte– del estresante nivel de miedo existente a nivel civil. Muchos canales de televisión, radios analógicas y digitales, como así también medios gráficos suelen dar a conocer fríamente los números de contagios diarios y de muertes, dejándose claramente en segundo plano el de recuperados. Por supuesto que “un muerto es mucho” y que lo ideal sería que no hubiera ninguno, no obstante si la vida es lo realmente importante, justamente donde debería hacerse hincapié es en que el Covid-19 es potencialmente letal ante la falta de cuidados, pero no es el equivalente a una muerte segura ni mucho menos.
San Rafael tuvo un par de contagios que no se atendieron en el hospital Schestakow ni en los centros de salud locales. La responsabilidad del pueblo sanrafaelino está a la vista, pues sólo algunos desubicados salen a sus calles sin utilizar barbijo ni tomar medidas precautorias. La gente ha sido consciente de que nos enfrentamos a un problema invisible y de que es necesario hacer las cosas bien, pero el nivel de paranoia puede alcanzar límites insospechados no sólo en el vecino común sino también en aquellos que forman parte de la clase dirigencial.
De a poco se ha ido flexibilizando la cuarentena, generando respiro en muchos trabajadores que se veían cada vez más atormentados. Este jueves reabrieron bares y restaurantes y más de uno se mostró altamente sobresaltado ante los “riesgos” que eso implica. Sin dudas que implica riesgos serios, severos, dignos de repudio… pero en ciudades como Wuhan, Roma o Nueva York, no en San Rafael donde no hay –gracias a Dios– nadie estornudando siquiera. En algunos puntos del mundo, parece que toser fuera el equivalente a maniobrar armas de destrucción masiva, pero sinceramente, ¿tiene algún sentido tamaño nivel de estrés en nuestro departamento? Si hay tanta persecución mental ante la ausencia de casos, ¿cómo sería nuestro comportamiento de saber que hay algún infectado?
No hablamos aquí de bajar la guardia, sacarse barbijos, dejar los cuidados o las precauciones que impone un decreto presidencial, sino de comportarnos con algo más de coherencia, de tener en cuenta que de los 13.920 casos que se confirmaron hasta este jueves en todo el territorio nacional, si bien lamentablemente murieron 500, merecen destacarse los 4336 recuperados (es decir casi 9 veces más). 7936 se han dado en Buenos Aires, mientras que Mendoza ha alcanzado 83. De nuevo: San Rafael no tiene a nadie.
El Coronavirus es muy peligroso por su capacidad de contagio y la ausencia de tratamientos adecuados; no obstante, la pandemia más letal de todas puede ser el miedo.
Haciendo un mea culpa, aceptamos que los medios de comunicación somos responsables –en parte– del estresante nivel de miedo existente a nivel civil. Muchos canales de televisión, radios analógicas y digitales, como así también medios gráficos suelen dar a conocer fríamente los números de contagios diarios y de muertes, dejándose claramente en segundo plano el de recuperados. Por supuesto que “un muerto es mucho” y que lo ideal sería que no hubiera ninguno, no obstante si la vida es lo realmente importante, justamente donde debería hacerse hincapié es en que el Covid-19 es potencialmente letal ante la falta de cuidados, pero no es el equivalente a una muerte segura ni mucho menos.
San Rafael tuvo un par de contagios que no se atendieron en el hospital Schestakow ni en los centros de salud locales. La responsabilidad del pueblo sanrafaelino está a la vista, pues sólo algunos desubicados salen a sus calles sin utilizar barbijo ni tomar medidas precautorias. La gente ha sido consciente de que nos enfrentamos a un problema invisible y de que es necesario hacer las cosas bien, pero el nivel de paranoia puede alcanzar límites insospechados no sólo en el vecino común sino también en aquellos que forman parte de la clase dirigencial.
De a poco se ha ido flexibilizando la cuarentena, generando respiro en muchos trabajadores que se veían cada vez más atormentados. Este jueves reabrieron bares y restaurantes y más de uno se mostró altamente sobresaltado ante los “riesgos” que eso implica. Sin dudas que implica riesgos serios, severos, dignos de repudio… pero en ciudades como Wuhan, Roma o Nueva York, no en San Rafael donde no hay –gracias a Dios– nadie estornudando siquiera. En algunos puntos del mundo, parece que toser fuera el equivalente a maniobrar armas de destrucción masiva, pero sinceramente, ¿tiene algún sentido tamaño nivel de estrés en nuestro departamento? Si hay tanta persecución mental ante la ausencia de casos, ¿cómo sería nuestro comportamiento de saber que hay algún infectado?
No hablamos aquí de bajar la guardia, sacarse barbijos, dejar los cuidados o las precauciones que impone un decreto presidencial, sino de comportarnos con algo más de coherencia, de tener en cuenta que de los 13.920 casos que se confirmaron hasta este jueves en todo el territorio nacional, si bien lamentablemente murieron 500, merecen destacarse los 4336 recuperados (es decir casi 9 veces más). 7936 se han dado en Buenos Aires, mientras que Mendoza ha alcanzado 83. De nuevo: San Rafael no tiene a nadie.
El Coronavirus es muy peligroso por su capacidad de contagio y la ausencia de tratamientos adecuados; no obstante, la pandemia más letal de todas puede ser el miedo.
