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El descubrimiento argentino que podría curar el coronavirus

A raíz de una enfermedad desarrollada en el campo argentino, que mató a miles de personas a lo largo de los años, se halló que la sangre de los pacientes curados permitía reducir la letalidad de aquel mal. 


"El mal de los rastrojos", también conocido como Fiebre Hemorrágica Argentina, provocó miles de muertos en el agro argentino desde 1955 hasta que finalmente dieron con la clave para contrarrestar esa especie de gripe: utilizar la sangre de los que se habían curado para tratar a los nuevos pacientes. Ahora, ese método puede servir para enfrentar el coronavirus y ya se está realizando en países como EEUU o Irán, donde el brote fue grave.


Se comprobó que, aprovechando los anticuerpos generados por los enfermos recuperados, la mortalidad de virus se reducía del 30% al 1%. Pero para eso había que suministrar las dosis curativas antes del octavo día de los síntomas: fiebre y malestar general.

La enfermedad había golpeado en el corazón del campo argentino, principalmente en la zona de Pergamino. Luego se conocería que la causa de esa especie de gripe era un roedor de campo cuyo nombre científico es Calomys Musculinis.

El médico Julio Maiztegui fue el que lideró la lucha contra esta afección que se vinculaba a los rastrojos de maíz. Las primeras dosis fueron desarrollados en laboratorios de EEUU por Julio Barrera Oro, médico del Instituto Malbrán que ante la imposibilidad de no contar con los equipos necesarios en el país, tuvo que mudarse al norte. Así logró producir la primera vacuna, la Candid 1.

Ahora, la idea es volver a producir esa vacuna, que no tiene presupuesto desde 2018, para combatir el coronavirus. 

“Hay un trabajo muy preliminar que se hizo en 5 pacientes graves con este tratamiento y todos se recuperaron, por lo que se cree que puede ser promisorio. Entonces se va a hacer un estudio mayor para probar su eficacia y seguridad en más pacientes. La idea es hacerlo en enfermos de gravedad y si eso va bien, considerar un tratamiento precoz en pacientes que no están tan mal, para evitar que se enfermen severamente”, explicó Oscar Cingolani, un médico argentino que está impulsando pruebas con plasma desde Estados Unidos, según publicó Clarín. .

Pero antes de lograr la vacuna, el tratamiento con suero de los pacientes era fundamental.

Los pacientes que se han recuperado de la enfermedad tienen anticuerpos contra el virus, que en el tratamiento indicado se inyectan en forma concentrada, antes de los primeros ochos días del curso de la patología en otras personas.

“Es como si fuese una vacuna rápida. En lugar de esperar que el cuerpo humano responda con los anticuerpos, se le inyectan anticuerpos formados en otro paciente que ya no tiene la enfermedad”, recalcó Cingolani.

La Fiebre Hemorrágica Argentina es la única fiebre hemorrágica viral en el mundo que se ha controlado, porque después de validar el tratamiento con plsma inmune obtuvimos la vacuna. Eso no sucede muchas veces en la vida”, explicó la médica Delia Enría.

Fuente: Clarín


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