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Doctor José Emilio Muñoz: La Medicina, una forma de vida

El doctor José Emilio Muñoz (58) es médico cirujano y tiene otra especialidad en Medicina Legal. Luego de toda una vida trabajando en el hospital Schestakow fue convocado para dirigirlo, a lo cual accedió sin dudar. 


¿Cómo llegó la Medicina a su vida?

Habría que preguntarle a un viejo médico de San Rafael que falleció. Según dice mi madre, cuando yo tenía 5 o 6 años, ella me llevaba al doctor Euser Sticca –que era el pediatra de todos nosotros– y un día le dije a él que yo iba a ser médico. Parece que así fue porque acá estoy (risas).

Nunca tuve idea de hacer otra cosa: durante la primaria y secundaria yo decía que iba a ser médico.
¿Dónde estudió?
En Mendoza, hice casi toda la carrera allá y el último año me fui a Córdoba a terminar porque se nos acortaba un año la carrera y eran momentos medio difíciles. Fuimos a Córdoba, terminamos allá y volvimos a Mendoza a hacer la especialidad (soy cirujano).

¿En qué año se recibió?
En el año 86 me recibo en Córdoba y me vuelvo a Mendoza en el 87 para empezar la residencia en el hospital Central, con la especialidad en Cirugía que tengo hasta hoy. A San Rafael volví en el año 91.

En el 2010 se me ocurrió hacer otra especialidad, así que en Córdoba estudié Medicina Legal.
¿Cómo han sido estos años en la Medicina? Buenos, un poco difíciles (como los de todo el mundo). Hemos atravesado épocas menos o más peores, nunca hemos atravesado épocas brillantes, pero vamos mejorando mucho. Estos últimos 4 años han sido muy buenos respecto de lo que hemos tenido en cuanto a insumos para trabajar. Hemos vuelto a tener un hospital funcional y ahora lo estamos haciendo trabajar.

Toda una vida en el Schestakow.
Toda la vida trabajé acá. Si bien seguí haciendo –hasta que asumí acá– mi medicina privada, yo tenía muchas horas acá adentro. Hemos hecho muchas cosas desde que vinimos, porque primero estuve un poco en la Guardia; después pasé al Servicio de Cirugía, ahí creé la residenciad e Cirugía (que ya tiene muchos egresados). Eso comenzó como una “concurrencia programada”, es decir que los que estuvieron hicieron tareas del especialista pero no cobraban, hasta que se transformó en la residencia paga que es actualmente.

Seguramente es imposible recordar el número de pacientes vistos, pero ¿le han quedado historias, gente, amigos?

Sí, ocurre que mi especialidad es diferente a otras: tenés intervenciones a veces críticas con los pacientes y después no los ves más. Podés pasar de una situación banal o rutinaria, hasta tener cosas muy críticas, y luego los pacientes se mejoran y se van para que los vea otro tipo de médico (otra especialidad). Pero sí, con los enfermos difíciles uno siempre tiene muchos recuerdos y la gente se sigue acordando, se da una vuelta a saludar. Hay gente que estuvo en situación de vida o muerte (literalmente). Calculo que le pasa lo mismo a los terapistas, a los cardiólogos con sus unidades coronarias, pero a nosotros nos pasa con pacientes muy críticos, accidentados, con cánceres avanzados que han salido bien de todo y siempre se acuerdan.
¿Cómo ve el hecho de que esté la carrera de Medicina en San Rafael?
Creo que es un poco controversial. Me parece que San Rafael es un lugar pequeño para tener una facultad de Medicina, donde en unos años empecemos a tener egresos masivos. Creo que pasa parecido con todas las carreras que se cursan en San Rafael.

Sería mejor si nosotros tuviéramos algún tipo de política estatal en cuanto a la distribución médica, donde alguien les dijera “vas a estudiar Medicina, pero cuando te recibas no te vas a quedar en San Rafael o en la ciudad de Mendoza, sino que te vas a ir a Palmira, a Malargüe, o al límite con Neuquén porque necesitamos médicos con tal o cual especialidad”. Hay países que funcionan así y muy bien, pero nosotros no tenemos eso, quedando todo al libre albedrío del estudiante, qué hace después, a dónde le llega su valentía para ir más o menos formado a determinados lugares.

Es decir que lo ve “controversial” desde el punto de vista laboral, no en cuanto a la calidad del estudio.
No, no pongo en duda eso. Si bien no he estado nunca en una universidad privada –y mis hijos tampoco– no es eso lo que está en duda, de hecho en general, los mismos docentes que están en las facultades estatales están en las privadas en otros horarios. Yo me refiero a la cantidad que necesitamos, porque hoy el título de médico solo no te alcanza, sino que tenés que salir al mercado laboral con una especialidad, de las más grandes, de las más chicas, pero tenés que hacerlo porque si no, no podés competir, transformándote en un médico que tiene trabajos que quizás no quiere hacer. Entonces, si vos sacás muchos médicos, también les tenés que ofrecer la posibilidad de especializarse, de mejorar su calidad y su conocimiento médico a otro nivel, porque hoy en el mundo, no hay otro sistema de enseñanza de posgrado más que la residencia. Acá en San Rafael tenemos residencias muy buenas, pero tenemos un cupo determinados, por ejemplo, dos por año en tal especialidad, tres o cuatro en tal otra, pero no más que eso. Si vos en una sola tanda sacás 30 o 35 médicos podría ser un problema. Todavía no lo vemos porque van por primer año, pero cuando esté la primera tanda, vamos a ver qué hacemos.
¿Cómo se compone su familia?
Mi esposa, Sandra; y cuatro hijos: Matías, es casado, cardiólogo y vive en Mendoza; Sofía, licenciada en Nutrición, es casada, vive y trabaja en Cipolletti; Gastón, va a ser colega (le queda el internado obligatorio); y Pilar que dijo que va a estudiar Medicina, pero todavía está en el secundario.

¿Qué hace en los ratos libres?
Tengo algunos hobbys: Fotografía, he hecho todos los cursos que he podido con el que para mí es el mejor de todos, Sergio Pantaley; y lo otro es cocinar (me toca “religiosamente” los fines de semana con familia y amigos).
Para cerrar, ¿cómo ve la salud en San Rafael?
Está creciendo mucho, hay un impulso interesante, se está trabajando mucho más ordenado. El problema más grande de San Rafael es la distancia, porque Mendoza no tiene las distancias que tenemos nosotros. Tenemos distancias increíbles: decís que llevás salud a Punta del Agua; llevás salud al Sosneado… es una tarea. Son lugares que estaban un poco dejados de lado y se ha ido hablando en serio de medicina para aquellos lados, se ha coordinado, se ha trabajado mucho con el Área Provincial de Salud, que implica todos los centros de salud periféricos (no los del conurbano, que son los municipales). Con éstos últimos tenemos que ponernos a charlar qué vamos a hacer, porque los del conurbano son los centros de salud que nos abarrotan el hospital, porque la gente se nos viene directamente para acá. Hay una razón cultural, ya que dicen “voy al hospital porque allí me hacen todas las cosas” y en realidad, deberían ser centros de atención primaria desde los que deberían mandar a los pacientes directamente con la derivación para que los vea el especialista. Eso nos consume muchos insumos del hospital, gente cuyos problemas podrían ser resueltos en los centros de salud. Pero creo que son cosas que van a mejorar, es una cuestión de dinero, como lo es la obra faraónica que se está llevando a cabo en el hospital y que tiene el único fin de la salud, que la gente se sienta bien atendida.


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