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Trabajo personalizado sobre niños autistas

El psicólogo Luis Lorenzo trabaja en la Fundación TIPNEA (Tratamiento Integral Para Niños con Espectro Autista), donde se llevan a cabo una serie de actividades para mejorar la calidad de vida y donde se piensa en una visión a futuro de los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA). 


El licenciado Lorenzo explicó que en TIPNEA lo que se realiza es un tratamiento conductual no muy agresivo sobre los chicos que concurren, sino que se tiene en cuenta que -primeramente- son niños, por lo que se da la posibilidad al mismo tiempo, de que también sea lúdico. Cuando se trabaja en autismo, normalmente las terapias son bastante duras (trabajo y más trabajo a cambio de una recompensa); si bien aquí eso también existe, se compensa fomentando la niñez de los pequeños. “Hay que aclarar que estas son personas que no tienen una recuperación, que van a ser así toda la vida, entonces ellos tienen que aprender a convivir con esto y el entorno tiene que facilitárselos (y cuando digo ‘entorno’ no me refiero sólo a la familia, sino también a la sociedad, más considerando la gran cantidad de casos de autismo que hay, o que están apareciendo)”, dijo. 


Señaló también, que la principal dificultad de los niños con TEA es vincularse, socializar y comunicarse, pero cuando se los ve junto a sus seres queridos (como sus madres), e incluso con él mismo como su terapeuta, le ha ocurrido que lo extrañen o pregunten por él, puesto que se trata de personas muy afectuosas y sensibles de la realidad ajena, aunque se encuentran con la dificultad de no saber interpretar esa afectuosidad, o los estímulos que les suceden alrededor y es por eso que se desbordan, tienen crisis y llega a parecer incluso, que “están locos” para aquellos que no conocen del tema.
Hasta mediados del Siglo XX, el autismo era tratado como una esquizofrenia, e incluso existía la teoría -de origen psicoanalítico- “de la Madre Refrigerador”, donde se culpaba a los padres de que no habían sabido fomentar el apego o el amor a los hijos y que, por lo tanto, eran los culpables de su autismo. Afortunadamente, se ha demostrado sobradamente que no es así, que el autismo es una condición de nacimiento que no tiene un origen específico (no se sabe si es genético y tampoco el por qué de su aumento con el paso del tiempo, tal vez simplemente por el aumento demográfico).
También el autismo fue considerado -hasta no hace mucho- un TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo), sin embargo, ahora se prefiere la sigla TEA, ya que es un trastorno que se da dentro un espectro, lo cual significa que dentro del autismo hay distintos grados (con morbilidades) y se da de forma combinada con otros tipos de condiciones, como puede ser retraso mental o trastorno genético. En TIPNEA, por ejemplo, hay un paciente que tiene un trastorno genético de base y el autismo es una condición asociada. No obstante, se trabaja con él con las terapias propias del TEA.

Lo que se pretende hacer siempre va de la mano de las capacidades de los chicos. Por ejemplo, si el chico tiene coeficiente para ir a una escuela corriente, se evalúan las necesidades que tiene para poder adaptarse a ella y desde allí se trabaja; hay otros que quizás tienen la capacidad, pero no la conducta, entonces se trabaja apoyando la conducta de trabajo, para que el chico aprenda a sentarse, esperar una orden y seguirla.

 

Cabe señalar que el TEA de cualquier chico que lo padece, resulta un enorme desafío para sus padres cuando tienen que enfrentarse a esta realidad, a aceptar la existencia de la misma, la comprensión de ésta. “En el caso de las familias es muy difícil; dentro de la institución se da que hay padres que lo aceptan, y que además son ordenados (es muy importante el orden en la vida de una persona con autismo, el orden en actividades como el orden de los lugares); pero los padres que más se niegan o que sostienen que se les va a curar (lo cual es una negación comprensible, no es un motivo de juicio hacia ellos), les va a complicar mucho más a los chicos poder desarrollarse adecuadamente”, señaló el profesional y agregó: “Es absolutamente normal que no quieran asumir esa realidad, les cuesta llegar a nosotros. El hecho de llegar a un terapeuta ya implica aceptar que algo le pasa, y aunque lleguen a nosotros también les cuesta asumir que no es para curarlos, sino para brindarles una mejor calidad de vida, que la cura en sí misma, no existe”.

Fundación TIPNEA trabaja en una casa que se encuentra en el kilómetro 669 de Ruta 144 (Cuadro Benegas). Su equipo está conformado por psicólogos, profesores de Educación Física, asistentes sociales y psicopedagogos. Las actividades con los chicos se realizan de manera personalizada, lo cual significa: un chico-un profesional, y en función de cómo se van dando las tareas, se pueden ir rotando. Por ejemplo, si el psicólogo hace instauración de conducta con un chico en la primera hora, después de la merienda, se va a caminar, a jugar con una pelota o a realizar otro tipo de actividad física. 


Desde luego que los profesionales que trabajan allí, debieron prepararse de manera especial para hacerlo. “Es un aprendizaje constante. Yo como psicólogo lo que veo es que cada ser humano es único, entonces, sea con una persona con autismo, con una persona con síndrome de Down, o con una persona que no tenga ninguna patología e incluso con un amigo, siempre cuesta adaptarse porque somos personas distintas. Hay cuestiones que se van a dar y cuestiones que no. Lo más difícil son los casos más desafiantes, los casos donde los chicos no tienen comprensión, o no tienen lenguaje: es aprender a conocerlo, a ver cómo uno puede ayudar y cómo transformar lo que para él son sus obsesiones, sus conductas repetitivas, sus tocs (trastornos obsesivos-compulsivos), en algo productivo”, resaltó el licenciado Lorenzo. Ejemplificó que si se trata de un chico muy obsesionado en acomodar los colores en degradé, una manera de ayudarlo es darle para hacer actividades en las que tenga que categorizar.

Es importante decir que los que hoy son niños con TEA, el día de mañana serán adultos que podrían ser discriminados por la sociedad para conseguir una salida laboral. El psicólogo señaló al respecto, que actualmente no hay políticas ni desde el Estado ni desde entidades privadas que fomenten la inclusión de estas personas, lo cual es sumamente necesario ya que están muy desprotegidos y quedan siempre como meras “personas con discapacidad” cayendo en un simple asistencialismo, a pesar de ser personas con capacidad de ser activamente productivas y útiles a la sociedad. “Son chicos que, si uno toma sus obsesiones, puede hacerlos trabajar perfectamente. En España, por ejemplo, se utilizaban métodos a través de asistentes sociales, donde ellos eran los que guardaban las cosas en las cajas. Cuando uno compra algo y viene todo empacado y ordenado, gente con autismo es la que arma esos empaques, porque les gusta ordenar: les dan las piezas, les dicen dónde tienen que ir y ellos van ordenando y guardando”, expresó.

En la actualidad, Fundación TIPNEA es presidida por Claudia Mansilla y dirigida por Natalia Rubio. Al lugar, concurren seis chicos de entre 5 y 15 años, pero dado que el trabajo es personalizado y que no cuentan con gran cantidad de profesionales, hay una lista de espera para ingresar a ella. Hay algunos casos en los que dos chicos están aptos para trabajar en conjunto a pesar de no ser hermanos ni parientes, e incluso teniendo realidades sociales totalmente diferentes, mientras que, en otros casos, los pacientes requieren un trabajo con la presencia de -incluso- hasta dos terapeutas en simultáneo.

Desgraciadamente, la institución ha sufrido robos en algunas oportunidades y, a pesar de las buenas intenciones de quienes decidieron realizar donaciones y hacer ayudas, eso nunca está de más, por lo que siempre se reciben juguetes, rompecabezas, pelotas, encastres, y elementos que sirvan para desarrollar la motricidad de los chicos.

Aquellos profesionales afines, interesados en enviar currículums a la fundación para sumarse al staff, pueden hacerlo a través del correo electrónico fundaciontipnea@gmail.com
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